El Economista

¡Llamado a Liverpool o Palacio de Hierro!

¿Cómo es posible que Liverpool o Palacio de Hierro no se hayan dado cuenta del filón de negocio, instalando su propia farmacia?

Bruno Donatello

Soy vecino cercano del centro comercial Perisur. Con frecuencia acudo a sus instalaciones en busca de algún servicio o para realizar alguna compra. Y de pasada, cuando ha surgido la necesidad de adquirir medicinas o productos de tocador, he tenido que padecer en la farmacia de la cadena Sanborns los rigores de sus prácticas monopólicas y de sus evidentes imposiciones monopsónicas en detrimento de sus proveedores. Rara vez aparecen en los estantes los productos de tocador en las marcas que requiero. ¡Nunca encuentro el champú Head & Shoulders, las cremas del laboratorio Grisi o el complemento digestivo Plantaben! ¿Por qué me coartan mi capacidad de elección? ¿Por qué tengo que adquirir los bienes que ellos deciden y no los que yo busco en mi calidad de consumidor, supuestamente libre?

Desde mis épocas de estudiante de economía, tome conciencia de que las situaciones monopólicas son perjudiciales para el bienestar del consumidor. Entre ellas, afectando su capacidad de elección entre bienes y productos en competencia. En todo el muy grande centro comercial Perisur, la de Sanborns es la única farmacia en operación. Y lo peor, es que las farmacias de la competencia se encuentran relativamente lejos. La denuncia pública de ese caso hace sentido, en razón de que el fenómeno explicado debe repetirse en muchos de los centros comerciales que existen en la zona metropolitana de la Cuidad de México y en todo el país. Es decir, se trata de un caso en el que un arreglo monopólico y monopsónico puede afectar a cientos y hasta miles de consumidores y también a un buen número de empresas proveedoras de farmacias.

¿Qué sería posible hacer al respecto? Desde luego, –Dios nos libre– descarto la posible intervención de alguna autoridad gubernamental. Tal vez saldría peor y a lo mejor la intervención –con la participación de inspectores– serviría tan solo para provocar la extracción de algún soborno, mediante coacción. ¡Como si no supiéramos hasta la saciedad los ciudadanos, de cuales formas se manejan en México los asuntos de ese tipo!

En su lugar, en mi calidad de economista profesional, preferiría convocar a mayor competencia comercial. ¿Cómo es posible que Liverpool o el Palacio de Hierro no hayan caído en la cuenta del filón de negocio, instalando su propia farmacia? ¿O por qué no han abierto en Perisur una sucursal alguna de las grandes cadenas en ese ramo?

Indice

es-mx

2022-05-19T07:00:00.0000000Z

2022-05-19T07:00:00.0000000Z

https://digital.eleconomista.com.mx/article/282299618776334

El Economista