Ante los incrementos de hasta 100% que enfrenta en el costo de los insumos, como el pollo, pavo, salmón, jitomate y muchos otros alimentos, la industria restaurantera aseguró que no trasladará el impacto inflacionario a los comensales ni mucho menos bajar la calidad de los platillos, luego de alcanzar la recuperación económica del 97% en niveles de prepandemia.

Daniela Mijares, presidenta ejecutiva de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac), dijo que los negocios están dispuestos a que sean mermados sus márgenes de ganancias antes que se traslade el costo directo de la inflación a los comensales.

“Estamos viendo que los comensales están teniendo la confianza de regresar (a los restaurantes), no podemos castigar al comensal… desde nuestra trinchera estamos haciendo eso, muy observadores y sí muy creativos, para ver cómo podemos hacer una reestructura de los menús para no pegarle a la calidad”, expresó Mijares.

Esto significa que los dueños, los gerentes, los chefs y las cocineras tendrán que adaptar nuevos menús con insumos que puedan sustituir por los más costosos. Por ejemplo, el jitomate, el aguacate, algunas carnes, el pan y otros vegetales, han desafiado a la industria por sus constantes alzas.

Respecto a la medida gubernamental de eliminación de aranceles para algunos alimentos, la presidenta de la Canirac comentó que el efecto será nulo, porque la mayoría de las materias primas consumidos por los restaurantes forman parte de los tratados comerciales, como el T-MEC, los cuales se encuentran libre de aranceles. Mientras que el 85% de los insumos utilizados por la industria son de origen nacional.

Por su parte, el presidente nacional del Consejo Mexicano de la Flor, Federico Martínez, dijo que una de las estrategias para frenar la inflación es que los empleados trabajarán 14 horas al día, luego de que los fletes se han elevado hasta 100% y los costos de producción, sobre todo los importados, siguen al alza. Para este año, la industria de las plantas y flores espera una derrama económica de 3,000 millones de pesos.

La industria restaurantera analiza adaptar nuevos menús con insumos que puedan sustituir a los más costosos. Por ejemplo, el jitomate, el aguacate, algunas carnes.