El Economista

El día en que Angela Merkel lloró

Fausto Pretelin Muñoz de Cote @faustopretelin

Merkel posee una especie de carisma inverso, estoica, dueña de sí misma, con una sonrisa ligera que te atrae, una mujer que se encuentra a gusto con el poder y en su propia piel. Así define Ben Rhodes a la canciller alemana en su libro El mundo tal cual es (editorial Debate, 2019).

El que escribiera discursos en materia internacional al presidente Obama narra el último encuentro entre Angela Merkel y el estadounidense. Ocurrió en Berlín en diciembre de 2016.

“Los dos se sentaron solos ante una mesa sencilla, pequeña, colocada en medio de la sala de conferencias de un hotel. Cenaron y charlaron durante tres horas, el rato más largo que en ocho años había pasado Obama a solas con un líder extranjero”, describe Rhodes.

“Luego Obama nos contó que Merkel le había comentado su inminente decisión acerca de si debía o no volver a concurrir en las elecciones, sintiéndose ahora más obligada a presentarse debido al Brexit y a la llegada de Trump (…) Cuando Obama se despidió de Merkel junto al a puerta de la Bestia, apareció en los ojos de la canciller una lágrima solitaria”. Obama le dijo a su equipo: “Angela está completamente sola”.

Rhodes narra los momentos en los que el presidente Obama se encontraba analizando si bombardeaba o no Siria por el uso de armamento químico de parte de Bashar al-ásad. “La siguiente llamada que hizo Obama fue a Angela Merkel. No había un líder extranjero al que admirara más. Al igual que Obama, Merkel era pragmática, se dejaba guiar por los hechos, estaba plenamente entregada al orden internacional y tenía una gran determinación a la hora de tomar decisiones”.

La respuesta de Merkel a Obama fue contundente y sencilla: “No quiero que se meta usted en una situación en la que luego se quede en una especie de limbo”.

Finalmente, Merkel decidió participar en las elecciones parlamentarias de 2017 para evitar que Trump aprovechara la ausencia de líderes europeos y socavara a la Unión Europea.

La nostalgia que ha despertado el adiós de Merkel responde a la escasez de racionalidad de parte de presidentes y primeros ministros. Es la era de la posverdad, donde el discurso de las noticias falsas fortalece a populistas y debilita a políticos que intentan competir a través de datos reales.

Tres momentos, a lo largo de sus 16 años de gobierno, retratan a Angela Merkel. El primero de ellos es cuando le pide al primer ministro griego Yorgos Papandréu (2 de noviembre de 2011) que demuestre con hechos la cancelación del referéndum sobre el plan negociado con la Unión Europea para salvar de la quiebra al país heleno luego del impacto de la crisis en 2009. Frente a la famosa troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) no solo cayó Papandreu, también lo hizo su sucesor Lukas Papademos, quien adelantó convocatoria de elecciones. Fue Alexis Tsipras quien finalmente sí convocó el referéndum para someter el paquete de ayudas de la troika a Grecia. Ocurrió el 5 de julio de 2015. El 61.3% de los que votaron decidieron que no se debería de aceptar el paquete de ayuda. Votó el 62.5% del padrón, es decir, 5.8 millones de griegos.

De poco importó, Tsipras fue coaccionado por la toika para que aceptara el paquete. Su amigo y ministro de Finanzas Yanis Varoufakis renunció el 6 de julio de ese año.

Merkel fue la principal protagonista y promotora del llamado austericidio.

Otra Angela Merkel es la que decidió aceptar en 2015 a un millón de refugiados luego del inicio de la guerra civil en Siria. Su decisión sorprendió a la Unión Europea ya que no pudo convencer a sus miembros de recibir a 120,000 sirios.

La tercera Merkel se parece a la segunda. Este año apoyó mutualizar 385,000 millones de euros de deuda al aprobar el plan Next Generation, para paliar los efectos de la pandemia. Una decisión solidaria y opuesta en el caso griego.

Se echará de menos la racionalidad de Merkel.

Geo Política

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2021-09-27T07:00:00.0000000Z

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