El Economista

En el Tri, los ‘niños’ más experimentados de Tokio

•El plantel de México suma 140 partidos con selección mayor, más que ninguna otra escuadra varonil en los Juegos Olímpicos. Esa experiencia, sumada a los que han jugado en Europa, los poneen la palestra de candidatos a medalla

Fredi Figueroa fredi.figueroa@eleconomista.mx

El plantel de México suma 140 partidos, más que ninguna en los Juegos Olímpicos, esa experiencia los pone en la palestra de candidatos a medalla. El Tri superó el primer partido por un abultado 4-1 sobre Francia que lo coloca como el mejor equipo de la jornada 1.

No es una sorpresa que México haya mostrado madurez, calma y definición ante una potencia mundial durante su debut olímpico. El Tri superó el primer partido por un abultado 4-1 sobre Francia que lo coloca como el mejor equipo de la jornada 1 (Brasil ganó 4-2, España empató a ceros y Argentina perdió) y esto se consumó con la experiencia de sus juveniles, que asombró incluso a la prensa internacional.

Los ‘niños’ mexicanos son los más experimentados en el futbol olímpico de Tokio. De los 16 países participantes, el Tri es el que tiene la mayor cantidad de partidos jugados en categoría mayor entre sus jóvenes nacidos de 1997 enadelante, con un total de 140. Esto supera a España con 93, al anfitrión, Japón, con 86, mientras que Francia, su primer rival, no suma ni un solo juego.

“Evidentemente hay una muy buena camada de futbolistas mexicanos sub 23 (o nacidos en 1997), muchos de los cuales están formando parte del presente de la selección mayor y seguirán formando parte del futuro”, destacó Gerardo Martino, entrenador del Tri absoluto, a El Economista.

Martino es uno de los principales motores para que los jóvenes mexicanos sean los más experimentados en Tokio, ya que los 19 integrantes del plantel (son 22 en total contando a los tres refuerzos mayores) han formado parte de sus convocatorias al menos una vez.

El 68% de los futbolistas de 24 años o menos convocados por Jaime Lozano ha jugado al menos un partido con la selección mayor. Los que más suman son Uriel Antuna (Chivas) y Roberto Alvarado (Cruz Azul) con 21, seguidos de Carlos Rodríguez (Monterrey) con 20, Jorge Sánchez (América) con 15, así como Diego Lainez (Betis) y César Montes (Monterrey) con 14; de hecho, este último ha sido parte del Tri mayor desde 2017, cuando lo llevó Juan Carlos Osorio.

La experiencia de este Tri se revalidó en su primer partido en Tokio, goleando a Francia con anotaciones de juveniles: Alexis Vega, Sebastián Córdova, Uriel Antuna y Eduardo Aguirre, siendo este último el único de los cuatro que no ha debutado con la mayor.

México hizo ocho disparos al arco por cinco de Francia y generó sus cuatro goles durante el segundo tiempo; la media cancha fue dominada por el triángulo entre Luis Romo (líder en balones recuperados, con nueve), Córdova y Rodríguez. Este último, es destacado por el entrenador Lozano gracias al control que curtió en un año jugando para el Toledo, en España.

Pero no solo el mediocampista de Rayados brilló, sino también Diego Lainez, actual extremo del Betis español y Uriel Antuna, ex jugador del Groningen de Países Bajos y que pasó también por las filas del Manchester City inglés. Junto al refuerzo Guillermo Ochoa, quien militó ocho años en el Viejo Continente entre Francia, España y Bélgica, son los que aderezan a la plantilla mexicana olímpica. ¿Qué diferencia marcan los jugadores con experiencia europea en este plantel?

“La diferencia está en el mejor futbol del mundo, en Europa. El entrenamiento es importantísimo para mejorar: mientras estés más rodeado de gente profesional y capaz, obviamente tu nivel va a desarrollarse en todos los aspectos. Tratamos de sacarle mayor provecho a ellos, que los demás se contagien sobre todo de su experiencia; tratamos de que ellos lleven más el peso del equipo y que todos los demás podamos acompañarlos”, respondió Jaime Lozano, entrenador del Tri olímpico, a este diario.

Indice

es-mx

2021-07-23T07:00:00.0000000Z

2021-07-23T07:00:00.0000000Z

https://digital.eleconomista.com.mx/article/282278143357213

El Economista